Premio Biblioteca de los Posts Perdidos

Algunos escritos, post, nos llaman la atención, bien por su brillantez o porque nos tocan de forma especial.
He aquí algunos de los que encontré, sería una pena que se perdieran en le marasmo de la Red. Por ello creámos este premio.
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El valor de la palabra escrita


Autores premiados

miércoles, 14 de enero de 2009

Café humeante de Silvia Rôljic

13 Ene 2009

Café humeante

Me aburro soberanamente, más que nunca, como nunca, pero quizás menos que mañana. Noto como los minutos caen como gotas de plomo en el saco del tiempo perdido. Esta mañana he llegado pronto a la oficina con mi humeante café con leche en la mano. Me lo hacen en una cafetería cercana junto con el desayuno. Ana, la camarera, siempre me recibe con una amplia sonrisa.

Me he sentado en la mesa con el café entre las manos, recibiendo su calor, respirando soledad, con el sonido del viento atrapado en la imagen que veo a través de los enormes y gruesos ventanales. Árboles retorcidos, bolsas y desperdicios livianos flotando en el aire viajando hacia ninguna parte, la lluvia estrellándose a rachas contra las ventanas escupida por un cielo insolente que no puede estar más negro.

Mi tranquilidad se ve de pronto interrumpida con la llegada de los primeros compañeros:

- Buenos días – nos saludamos

- Vaya día de mierda – nos quejamos

- Bueno, un día más – sentenciamos.

Antes de iniciar mi tedioso trabajo decido dirigirme al baño para asegurarme de que llevo los dos ojos maquillados. Últimamente me ha dado por pintarme sólo uno, y hasta que alguien se percata de ello y me lanza el aviso, a saber por la de retinas que ha pasado ya mi cara. Limpiando el baño se encuentra una de las mujeres más bellas de las empresas colindantes, nórdica, delicada con su sensualidad invadiendo el espacio por momentos. Nadie se fija en ella porque siempre lleva arrastrando un carro lleno de cubos, fregonas y mopas… bueno, y por las muelas de oro. Nos saludamos con una sonrisa y volvemos cada una con lo nuestro.

Me hago con otro café, esta vez menos apetecible que el primero pero igualmente deseado, y me siento a ver llover mientras suenan todos los teléfonos del mundo a mi alrededor. Con el vaso bien sujeto comienzo a notar sus ojos negros deslizándose por mi espalda, subiendo hasta mi nuca. La jefa. Sorprendo su mirada reflejada en mi espejo de purpurina roja. Lo tengo sobre la mesa a modo de retrovisor porque detesto estar girada de espaldas si hay personas detrás. Sigo sumida en el aburrimiento con la mirada ya perdida en el horizonte oscuro que se muestra al otro lado. Me aburro soberanamente, más que nunca, como nunca, pero quizás menos que mañana. Noto como los minutos caen como gotas de plomo en el saco del tiempo perdido.





Escrito por: Sílvia Rôljic